lunes, 23 de septiembre de 2013

El Trabajo: Un análisis sociológico

INTRODUCCIÓN 

A este respecto presenta seis características importantes:
- El dinero. Un sueldo o salario es el recurso principal del que dependen la mayoría de las personas para cubrir sus necesidades. Sin es ingresos, las ansiedades a la hora de afrontar la vida cotidiana tienden a multiplicarse. - Nivel de actividad. El empleo a menudo proporciona medios para adquirir y ejercitar conocimientos y capacidades. Incluso cuando el trabajo es rutinario, ofrece un entorno estructurado que puede absorber las energías de una persona. Sin el empleo, la oportunidad de poner en práctica tales conocimientos y capacidades puede reducirse.
- Variedad. El empleo proporciona acceso a contextos que contrastan con el entorno doméstico. En el entorno del trabajo, aunque las tareas sean relativamente monótonas, los individuos pueden disfrutar al hacer algo diferente a las tareas de casa.
- Estructura temporal. Para las personas que tienen un empleo regular, el día normalmente está organizado en torno al ritmo de trabajo. Aunque este ritmo puede a veces ser opresivo, proporciona la sensación de que las actividades cotidianas van hacia alguna parte. Quienes están sin trabajo, frecuentemente encuentran en el aburrimiento un problema muy importante y desarrollan un sentimiento de apatía con respecto al tiempo. Como señalaba un parado: "El tiempo ya no importa ahora tanto como antes... hay mucho" (Fryer y McKe 1987).
- Contacto social. El entorno laboral suele proporcionar amistades y oportunidades de participar en actividades compartidas con otros. Al separar a una persona de este entorno es probable que disminuya el círculo de posibles amigos y conocidos.
- Identidad personal. El empleo suele valorarse por el sentimiento de identidad social estable que ofrece. Para los hombres, en particular la autoestima muchas veces está vinculada a su contribución económica para el mantenimiento del hogar.

           
Trabajo remunerado y no remunerado

Con frecuencia solemos pensar que trabajo equivale a empleo remunerado tal como implica la idea de estar "sin trabajo", pero, de hecho, esta es una visión muy simplificada. El trabajo no remunerado (como arreglar el propio coche o hacer las tareas domésticas) tiene un lugar preponderante en la vida de las personas. Muchas clases de trabajos no se ajustan a la acepción ortodoxa de empleo remunerado. Por ejemplo, gran parte de lo que se hace en la economía sumergida no queda registrado en las estadísticas de empleo oficiales. El término economía sumergida hace referencia a las transacciones que tienen lugar fuera de la esfera del empleo regular, que a veces suponen el pago en metálico a cambio de servicios, pero también el intercambio directo de bienes y servicios.
            Se puede pagar en metálico a alguien que viene a arreglar la televisión, sin que haya ningún recibo o se guarde una descripción del trabajo. Las personas intercambian bienes "baratos" - es decir, sustraídos o robados con amigos o asociados a cambio de otros favores. En la economía sumergida no sólo se dan transacciones en metálico "escondidas" sino otras muchas formas de aprovisionarse que la gente practica dentro y fuera de casa. El bricolaje casero, la maquinaria doméstica y las herramientas del hogar, por ejemplo, proporcionan bienes y servicios que, de otro modo, habría que comprar (Gershuny y Miles, 1983).
            El trabajo doméstico, que, en general, ha sido tradicionalmente realizado por mujeres, no suele estar remunerado. Sin embargo, no deja de ser un trabajo, con frecuencia muy duro y agotador. El trabajo voluntario, para asociaciones benéficas u otras organizaciones, tiene un considerable papel social. Tener un empleo remunerado es importante por todas las razones indicadas anteriormente, pero la categoría de "trabajo" es mucho más amplia.
            El TRABAJO, ya sea remunerado o no, puede definirse como la ejecución de tareas que suponen un gasto de esfuerzo mental y físico, y que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios para atender a las necesidades humanas. Una ocupación o empleo es el trabajo que se realiza a cambio de una paga regular o salario. En todas las culturas el trabajo es la base de LA ECONOMíA. El sistema económico está constituido por aquellas instituciones que se ocupan de la producción y distribución de bienes y servicios.
En este capítulo analizaremos la naturaleza del trabajo en las sociedades industriales modernas y nos ocuparemos de los cambios principales que afectan actualmente a la vida económica. El trabajo siempre forma parte del conjunto del sistema económico. En las sociedades modernas ese sistema depende de la producción industrial. La industria moderna, como se ha subrayado en otras partes de este libro, se diferencia de manera fundamental de los sistemas de producción premodernos, que se basaban, sobre todo, en la agricultura. La mayoría de las personas trabajaba en el campo o apacentando ganado. Por el contrario, en las sociedades modernas, sólo una mínima proporción de la población trabaja en la agricultura y las mismas granjas se han industrializado, realizándose sus tareas principalmente por medio de máquinas en vez de con trabajo humano.
La industria moderna cambia constantemente y las transformaciones tecnológicas son una de sus principales características. La tecnología es la utililización de la ciencia en la mecánica, con el fin de alcanzar una mayor eficacia productiva. La naturaleza de la producción industrial también cambia en relación con influencias sociales y económicas generales. Este capítulo se centra en los cambios tecnológicos y económicos, mostrando en qué medida están transformando la industria en la actualidad.
            Comenzaremos centrándonos en el trabajo remunerado, el que se desarrolla en emplazamientos industriales; analizando los cambios en los progresos de producción industriales y cómo han influido en los empleos. La producción industrial no es siempre, en absoluto, un asunto armonioso. En apartados posteriores nos ocuparemos de los orígenes del conflicto laboral prestando una especial atención al impacto de las huelgas. Después analizaremos el papel de la mujer en la industria. En la actualidad hay muchas más mujeres que antes en trabajos remunerados y señalaremos las causas y consecuencias de esta evolución. En la parte final del capítulo, estudiamos el desempleo y planteamos una pregunta: ¿cuál es el futuro del trabajo?
            Se analizan en primer lugar las pautas cambiantes de la producción industrial moderna.

La división del trabajo y la dependencia económica

Uno de los rasgos más característicos del sistema económico de las sociedades modernas es el desarrollo de una DIVISIÓN DEL TRABAJO sumamente compleja. En otras palabras, el trabajo está dividido en gran cantidad ocupaciones diferentes en las que las personas se especializan. En las sociedades tradicionales el trabajo no agrícola se basaba en el dominio de oficios cuya técnica se controlaba mediante un dilatado período de aprendizaje. Normalmente, el trabajador realizaba todos los aspectos del proceso de la producción de principio a fin. Por ejemplo, un herrero que hiciera un arado tenía que forjar el hierro, darle forma y unir las piezas del instrumento. Con la aparición de la producción industrial moderna muchos oficios tradicionales desaparecieron por completo y se sustituyeron por técnicas que forman parte de procesos de producción a mayor escala. Un electricista que trabaje actualmente en una instalación industrial, por ejemplo, puede inspeccionar o reparar sólo unas pocas piezas de un determinado tipo de máquina ; otras personas se ocupan del resto de las piezas y de las demás máquinas.
            El contraste entre la división del trabajo en las sociedades tradicionales y modernas es verdaderamente extraordinario. Incluso en las sociedades tradicionales más grandes, generalmente no existían más de veinte o treinta oficios principales, junto a otras pocas ocupaciones especializadas, como las de mercader, soldado o sacerdote. En un sistema industrial moderno existen, literalmente, miles de ocupaciones distintas. El censo británico enumera alrededor de 20.000 oficios diferentes en la economía del Reino Unido. En las comunidades tradicionales la mayor parte de la población trabajaba en la agricultura y era económicamente autosuficiente: producía su propia comida y ropa, y cubría ella misma otras necesidades. Una de las características principales de las sociedades modernas, por el contrario, es la enorme expansión de la interdependencia económica. Todos dependemos de muchos otros trabajadores - que hoy están esparcidos por todo el mundo- para los productos y servicios que requiere el mantenimiento de nuestra vida. Excepto en muy pocos casos, la gran mayoría de las personas en las sociedades modernas no producen su propia comida ni los bienes materiales que consume y tampoco construye la casa en la que vive.

Taylorismo y fordismo

Adam Smith, uno de los fundadores de la economía moderna, que vivió hace unos dos siglos, señaló diversas ventajas para el incremento de la productividad que se obtenían con la división del trabajo. Su obra más célebre, The Wealth of Nations, se inicia con una descripción de la división del trabajo en una fábrica de alfileres. Una persona que trabajara sola podría quizá hacer unos veinte alfileres al día. Sin embargo, dividiendo la tarea en cierto número de operaciones simples, diez trabajadores que llevaran a cabo tareas especializadas podrían producir, colaborando unos con otros, 48.000 alfileres al día. En otras palabras, la tasa de producción por trabajador aumenta de 20 a 4.800 alfileres, de forma que cada uno de los operarios especializados produciría 240 veces más que si trabajara solo.
            Después de más de un siglo, estas ideas alcanzaron su expresión más desarrollada en la obra de Frederick Winslow Taylor, un consejero de gestión estadounidense. El enfoque de Taylor a lo que él denominaba organización científica suponía un estudio detallado de los procesos industriales, con el fin de dividirlos en operaciones simples que pudieran sincronizarse y organizarse con precisión. El taylorismo, que así se acabó denominando la organización científica, no era sólo un estudio académico, sino un sistema de producción cuyo objetivo era maximizar el rendimiento industrial, y ha tenido un gran impacto en la organización de la producción y de la tecnología industriales.
            A Taylor lo que le interesaba era mejorar la eficacia industrial, pero prestó poca atención a los resultados de ésta. La producción en masa requiere mercados de masas y el industrial Henry Ford fue uno de los primeros que se dio cuenta de este hecho. El fordismo, una ampliación de los principios de organización científica de Taylor, es el nombre utilizado para designar el sistema de producción masiva que está vinculado al cultivo de mercados de masas. Ford concibió su primera fábrica de coches en Highland Park, Michigan, en 1908, con el fin de fabricar un único producto, el Ford T, lo que permitía la utilización de herramientas y maquinarias especializadas, ideadas para trabajar de forma rápida, precisa y simple. Una de las innovaciones más importantes de Ford fue la construcción de una cadena de montaje móvil, que, según se dice, se inspiró en los mataderos de Chicago, en los que los animales eran desmontados pieza a pieza en una cadena también móvil. Cada trabajador de la cadena de montaje de Ford tenía una tarea específica, como ensamblar los tiradores de las puertas del lado izquierdo según iban pasando los coches. En 1929, cuando se terminó la producción del modelo T, se habían fabricado unos quince millones de automóviles.

Las limitaciones del fordismo y del taytorismo

Hubo un tiempo en el que parecía que el fordismo representaba el futuro más probable para grandes áreas de la producción industrial. Este no ha sido el caso. El sistema sólo puede desarrollarse en industrias que fabrican productos estandarizados para grandes mercados. Instalar cadenas de producción mecanizadas es enormemente caro y el sistema fordista, una vez que se establece, es bastante rígido. Por ejemplo, para modificar un producto generalmente se requiere una reinversión considerable. La producción fordista es fácil de reproducir si existe una financiación suficiente paro construir una factoría pero las empresas de países en los que la mano obra es cara tienen dificultades para competir con las de aquéllas en las que los salarios son más bajos. Este fue uno de los factores que intervinieron en la aparición de la industria automovilística japonesa (aunque los niveles salariales japoneses en la actualidad ya no son bajos) y, más recientemente en la de Corea del Sur.        

Automatización

El concepto de automatización o de maquinaria programable apareció a mediados del siglo XIX, cuando el estadounidense Christopher Spencer inventó el Autómata, un torno programable que hacía tuercas, tornillos y ruedas dentadas. Hasta ahora, la automatización ha afectado relativamente a pocas industrias, pero con los avances que se han producido en el diseño de robots industriales, su impacto seguramente aumentará. Un robot es un mecanismo automático que puede llevar a cabo tareas que normalmente realizan trabajadores humanos. El término fue acuñado por el dramaturgo Karel Capek, utilizando la palabra checa robota, trabajador forzado.
Los robots se utilizaron por primera vez en 1946, cuando se inventó un mecanismo capaz de regular la maquinaría de forma automática en algunas industrias dedicadas a la ingeniería. Sin embargo, los robots de cierta complejidad sólo se remontan al desarrollo de los microprocesadores, fundamentalmente a partir de los años setenta. El primer robot controlado por un miniordenador fue desarrollado en 1974 por Cincinnati Milason. Los robots actuales pueden realizar muchas tareas, como soldar, pintar a pistola, elevar y transportar piezas. Algunos robots pueden distinguir piezas al tacto, mientras que otros distinguen visualmente cierto tipo de objetos. Como Robert Ayres y Steven Miller han señalado:
No puede haber obrero fabril más dedicado e incansable que un robot. Los robots pueden repetir impecablemente tareas como la soldadura de puntos y la pintura a pistola de diversas piezas, y se les puede reprogramar rápidamente para que ejecuten tareas completamente nuevas [ ... ]. En los próximos años cabe esperar que veamos muchos robots industriales instalados en plantas de manufacturado de tipo medio. Los robots suministrarán piezas a equipos de máquinas organizadas en células de trabajo, que pueden ser serializadas para formar un sistema de fabricación en bucle cerrado, controlado por microprocesadores. (Ayres y Miller, 1985.)
La mayoría de los robots utilizados en la industria mundial se encuentran en el sector automovilístico. La utilidad de los robots en la producción es hasta ahora relativamente limitada, porque su capacidad para reconocer objetos diferentes y manipular formas extrañas es todavía bastante rudimentaria. Sin embargo, no cabe duda de que en la producción automatizada se extenderá rápidamente en los años venideros, ya que los robots son cada vez más sofisticados, mientras que sus costos disminuyen.


La producción en grupo

La producción en grupo, la colaboración de un equipo de personas para sustituir a las cadenas de montaje, se ha utilizado a veces junto a la automatización para reorganizar el trabajo. La idea subyacente es la de incrementar la motivación del trabajador, mediante la colaboración de grupos de personas en los procesos de producción, en vez de hacer que cada trabajador pase el día entero haciendo una única tarea repetitiva, insertando tuercas en el tirador de la puerta de un coche.
Los círculos de calidad son un ejemplo de producción en grupo, en los  que equipos de entre cinco y veinte trabajadores se reúnen periódicamente para estudiar y resolver los problemas de producción. Los trabajadores que pertenecen a estos círculos reciben una instrucción especial que posibilita que aporten sus conocimientos técnicos a la discusión de las cuestiones productivas. Los círculos de calidad comenzaron a utilizarse en los Es Unidos y, después de que los adoptaran algunas empresas japonesas volvieron a ser conocidos en Occidente en los años ochenta. Representan una ruptura con los principios del taylorismo, ya que reconocen que los trabajadores poseen unas habilidades que pueden aportar a la definición y al todo utilizado en las tareas que realizan.

Tendencias en el sistema ocupacional

El sistema ocupacional de todos los países industrializados ha cambiado de forma considerable desde comienzos del siglo XX. En 1900, unos tres cuartos de la población empleada tenía un trabajo manual (de cuello azul). De ellos, alrededor del 28% eran trabajadores cualificados, el 35% semicualificados y el 10% carecían de cualificación. Los trabajos de cuello blanco y profesionales eran relativamente escasos. A mediados de siglo, los trabajadores manuales representaban menos de dos tercios de la población que ocupaba trabajos remunerados y, en consecuencia, el trabajo no manual se había extendido.
            En Gran Bretaña se hizo un censo de población en 1971 y otro en 1981. Entre las dos fechas, la proporción de personas en trabajos de cuello azul bajó del 62% al 56% en los hombres y del 43% al 36% en las mujeres. Los trabajos profesionales y directivos ocupados por hombres aumentaron en más de un millón. En 1981 había 170.000 hombres menos en trabajos rutinarios de cuello blanco, pero 250.000 mujeres más. El declive del trabajo manual coincidió bastante con la reducción del porcentaje de personas que trabajaban en la industria manufacturera. En 1981 esta industria había perdido 700.000 hombres y 420.000 mujeres en relación a la cifra de diez años antes.
            Esta pauta continúa hoy, pero se ha estabilizado bastante. El Labour Force Survey llevado a cabo por el gobierno en 1990 mostró que sólo alrededor del 50% de los hombres y el 33% de las mujeres tenía ocupaciones manuales.
El contraste más extremo entre los sexos se daba en las personas con trabajos rutinarios de cuello blanco más que en las que tenían empleos de cuellos azul cualificados. En 1990, el 31% de las mujeres tenía el primer tipo de trabajo, frente al 6% de hombres; mientras que el 25% de los hombres ocupaba puestos manuales cualificados, frente a un mero 4% de mujeres. En otros países industrializados, estos cambios han llegado más lejos que en Gran Bretaña. Por ejemplo, según algunos cálculos, menos del 40% de la población activa estadounidense tiene empleos manuales en la actualidad (Rossides, 1990).
            Hay un considerable debate acerca de por qué han tenido lugar estas transformaciones. Parece que hay varias causas. Una de ellas es la continua introducción de maquinarias que ahorran trabajo, que ha culminado con la proliferación de las tecnologías de la información y con la informatización de la industria en los últimos años. Otra es el desarrollo de la industria manufacturera fuera de Occidente, especialmente en el Extremo Oriente. Las viejas industrias de las sociedades occidentales han retrocedido drásticamente por su incapacidad para competir con los productores de Extremo Oriente, que son más eficientes y tiene menores costes salariales.
            Estos procesos, entre otras cosas, han influido en las pautas de conflicto laboral. A continuación nos ocupamos de este asunto.

Huelgas

¿Qué es una huelga? La respuesta no es en modo alguno obvia ni fácil formular. Por ejemplo, ¿podemos distinguir entre una huelga y una breve suspensión del trabajo? Esto es lo que intentan las estadísticas de huelgas de muchos países, contando como huelgas los paros laborales que duran más de un tiempo específico (como medio día), o en los que interviene determinado número de trabajadores. ¿Es una huelga la negativa a realizar horas extraordinarias o la llamada "huelga de celo"?
            En conjunto, parece preferible definir "huelga" en un sentido razonablemente estricto, pues de otro modo el término pierde toda precisión. Podemos definir huelga como la suspensión temporal del trabajo por parte de un grupo de empleados, con el fin de plantear una queja o imponer una reivindicación (Hyman, 1984). Todos los componentes de esta definición son importantes para distinguir la huelga de otros tipos de oposición y conflicto. Una huelga es temporal, pues los trabajadores tienen la intención de volver al mismo trabajo con el mismo empresario; cuando los trabajadores se despiden de forma definitiva, el término no es apropiado como interrupción del trabajo, la huelga se distingue de la negativa a hacer horas extras o "trabajar más despacio". Es necesario que intervenga un grupo de trabajadores, pues una huelga es una acción colectiva, no la respuesta de un trabajador individual. El hecho de que se actúe contra los empresarios sirve para distinguir las huelgas de protestas como las que pueden llevar a cabo los inquilinos o los estudiantes. Finalmente, una huelga implica el tratar de dar a conocer una queja o presionar para lograr una reivindicación; no puede decirse que estén en huelga los trabajadores que practican el absentismo únicamente para acudir a un acontecimiento deportivo.
            Las huelgas representan sólo un aspecto o tipo de conflicto en el que los trabajadores y la dirección pueden verse implicados. También están muy relacionados con esta clase de conflictos organizados los cierres patronales (en los que son los empresarios y no los obreros los que producen una interrupción del trabajo), las restricciones a la producción y los enfrentamientos en la negociación de convenios. El conflicto también puede manifestarse de formas menos organizadas, como la continua renovación del personal, el absentismo y el sabotaje de la maquinaria de producción.

Tendencias recientes en el conflicto laboral

En una conocida obra publicada a principios de los años sesenta, se señalaban que las huelgas estaban "desapareciendo". Según los autores, las disputas prolongadas e intensas son características sobre todo de la s fases tempranas de la industrialización, ya que, una vez que están bien cimentados unos marcos acordados de negociación laboral, la actividad huelguística disminuye (Ross y Hartman, 1960). Tan pronto como se apuntó esta tesis hubo un incremento de los conflictos laborales en muchos países occidentales, el Reino Unido incluido. Una característica notable de la actividad huelguística en el contexto británico durante los años sesenta y comienzos de los setenta fue el marcado incremento del número de huelgas no legales. Parece que muchos trabajadores durante este período estaban tan descontentos con sus organizaciones sindicales legales como con sus patronos.
            En los años ochenta y primeros noventa el centro de la actividad huelguística volvió a desplazarse hacia los sindicatos tradicionales. Al mismo tiempo, la tasa de huelgas en Gran Bretaña bajó considerablemente, debido, en parte, al restrictivo clima político y económico en el que los sindicatos se encontraban Esto parece formar parte de una tendencia internacional.
Con dos o tres excepciones, todos los países occidentales experimentan una disminución de la actividad huelguística durante este período.

Mujer y trabajo

Hasta hace poco tiempo, en los países occidentales el trabajo remunerado era principalmente un ámbito masculino. En las últimas décadas esta situación ha cambiado radicalmente y cada vez hay más mujeres que trabajan en el mercado laboral. En los apartados siguientes nos ocuparemos de los orígenes y consecuencias de este fenómeno, que es una de las transformaciones más importantes que están teniendo lugar en las sociedades modernas.

Desigualdades laborales

En la actualidad, las mujeres que trabajan suelen tener empleos mal pagados y rutinarios. Ciertas transformaciones en la organización del trabajo y en los estereotipos sexuales han contribuido a esta situación. Las alteraciones en el prestigio de los "oficinistas" son un buen ejemplo de ello. En 1850, el 99% de las personas que tenían este trabajo en Gran Bretaña eran hombres. Con frecuencia, se consideraba que el suyo era un puesto de responsabilidad, ya que había que tener conocimientos de contabilidad y, a veces, poder hacerse cargo de labores directivas. En el mundo exterior, incluso el Oficinista de nivel más bajo disfrutaba de cierta reputación. El siglo XX ha traído consigo una mecanización general del trabajo de oficina (empezando por la introducción de la máquina de escribir a finales del siglo XIX), junto a una pérdida de categoría de la cualificación y posición del "oficinista" y de otra ocupación parecida, la del "secretario"-, que ahora se considera un trabajo de poco prestigio y bajo salario. A medida que la remuneración y el prestigio asociado a estos empleos fue disminuyendo, las mujeres fueron ocupándolos. En 1991, casi el 90% de los trabajadores con labores
administrativas y de secretaría en el Reino Unido era mujeres.
            El hecho de tener o no hijos a su cargo determina considerablemente la participación de la mujer en la población activa remunerada. En todos los grupos socioeconómicos, es más probable que el trabajo de la mujer sea de jornada completa si no tiene hijos en casa. Sin embargo, ahora es más probable que a principios de los ochenta que las madres vuelvan a ocupar este mismo trabajo en jornada completa y para la misma empresa. En esa época había una proporción muy alta de mujeres que volvían al mercado laboral para realizar principalmente trabajos a tiempo parcial o en empleos peor pagados que los que habían dejado. A principios de los noventa, la mujer suele retomar su carrera profesional, especialmente en las ocupaciones mejor pagadas (HMSO, 1992).
            No obstante, en los trabajos a tiempo parcial hay muchos menos hombres que mujeres (véase la figura 12. l). La mayoría de ellas prefiere trabajar menos horas de lo que supone una jornada completa. Sin embargo, en cierto sentido, no tienen mucha elección. La mayoría de los hombres no asumen completamente la responsabilidad de criar a sus hijos. Sin embargo resulta inevitable que a las mujeres que sí la asumen (haciendo también suyas otras obligaciones domésticas, como se indica más adelante) pero quieren o necesitan tener un empleo remunerado, la opción del trabajo a tiempo parcial les parezca más factible.
            En los últimos tiempos, las mujeres están haciendo algunos avances en los empleos considerados "masculinos", pero sólo de forma limitada. Menos del 5% de los directores de empresas británicas son mujeres y cuatro de cada cinco compañías no cuentan con ninguna mujer en la junta directiva. Lo mismo ocurre en muchos sectores de la economía. Por ejemplo, cerca de un millón de mujeres trabajan en la actualidad para los principales bancos británicos. Sin embargo, sólo el 2% de los directores de sucursal del National Westminster son mujeres, el 3% en el Midland y el 4% en el Barclays.
            Las cosas no son muy diferentes en el sector profesional. El porcentaje de procuradoras y abogadas ha aumentado en los últimos veinte años, pero representa únicamente el 14%, Sólo el 3% de los jueces del Tribunal Supremo británico son mujeres y todas ellas están en los tribunales de familia. No hay ninguna mujer que sea Lord of Appeal (Grint, 199 l).
            Por el momento, no podemos precisar cómo pueden disminuir estas desigualdades de género en el futuro. Es posible que en la actualidad estén teniendo lugar transformaciones bastante profundas, pero a las mujeres que comiencen ahora su carrera profesional les costará muchos años desarrollarla por completo, de modo que los resultados de estos cambios sólo podrán contemplarse dentro de algunos años. Tomemos como ejemplo la abogacía. En Gran Bretaña, a principios de los noventa casi la mitad de los estudiantes de derecho eran mujeres, lo cual representa un incremento notable respecto a la década anterior. La mayoría de estas mujeres harán carrera jurídica pero la prueba definitiva será cuántas llegan a la cima.

EL trabajo doméstico

El trabajo doméstico en su forma actual surgió con la separación entre hogar y lugar de trabajo (Oakley, 1974). La casa se convirtió en un lugar de consumo más que de producción de bienes. El trabajo doméstico se volvió "invisible" a medida que el "trabajo real" se iba definiendo cada vez más como aquél por el que se recibe un salario. La época en la que se desarrolló la idea de una "casa" independiente también fue testigo de otra serie de cambios. Antes de que los avances de la industrialización empezaran a afectar a la esfera doméstica, el trabajo en el hogar era duro y agotador. La colada semanal, por ejemplo, era una tarea ardua y exigía mucho tiempo y esfuerzo. La Maytag Washing Machine Co. realizó una investigación para reconstruir el proceso de lavado del siglo XIX y su conclusión fue que "el antiguo día de colada era tan cansador como nadar cinco millas, y que el enérgico esfuerzo respiratorio y los movimientos de los brazos que se precisaban, unidos a la humedad general, ofrecían un paralelismo casi exacto" (citado en Hardyment, 1987, p. 6).
            La introducción del agua corriente fría y caliente en los hogares eliminó ciertas tareas que exigían mucho tiempo; antes, era necesario llevarla a casa Y calentarla cada vez que se necesitaba. Las conducciones de electricidad y gas dejaron obsoletas a las estufas de carbón y madera, y se eliminaron ciertas tareas como cortar leña regularmente, transportar el carbón y limpiar constantemente la estufa. Ciertos aparatos que ahorran trabajo, como las aspiradoras y las lavadoras, hicieron que las tareas fueran menos duras, y la disminución del tamaño de la familia supuso que había menos niños a los que cuidar. Sin embargo, sorprendentemente, el promedio de tiempo empleado por las mujeres en el trabajo doméstico no disminuyó de un modo significativo.

El tiempo que las mujeres británicas sin trabajo remunerado emplean en las labores domésticas se ha mantenido bastante constante en el último medio siglo. Los aparatos domésticos eliminaron algunas de las tareas arduas, pero otras vinieron a sustituirlas. Aumentó el tiempo dedicado a los niños, a almacenar las compras en casa y a preparar la comida.   
La tendencia hacia el aumento del número de mujeres que entran en el mercado laboral ha tenido un impacto notable en las actividades domésticas. Las mujeres casadas que trabajan fuera de casa realizan menos trabajo doméstico que las demás, aunque en la mayoría de los casos son las principales responsables del cuidado del hogar. Su pauta de actividad es, por supuesto, bastante diferente, ya que trabajan más en casa a última hora de la tarde y durante los fines de semana que las mujeres que se dedican exclusivamente a ser amas de casa.
El trabajo doméstico no remunerado tiene una enorme importancia para la economía. Se ha calculado que este tipo de ocupación supone entre un 25% y un 40% de la riqueza creada en los países industrializados. El trabajo doméstico mantiene el resto de la economía al dar servicios gratuitos de los que depende gran parte de la población trabajadora.
            Las amas de casa (y, hoy en día, ocasionalmente los amos de casa) carecen de remuneración. Sin embargo, no figuran en las estadísticas de "desempleados". ¿Qué significa en realidad "desempleo"? Este es uno de los asuntos de los que nos ocupamos en el apartado siguiente.

El desempleo

Las tasas de Desempleo han fluctuado considerablemente a lo largo del siglo. En los países occidentales el paro alcanzó su punto culminante a comienzos de los años treinta, llegándose, en Gran Bretaña, a un paro de más del 20%. Las ideas del economista John Maynard Keynes influyeron mucho en las políticas públicas europeas y estadounidenses durante el período de postguerra. Keynes creía que el desempleo se derivaba de la falta de poder adquisitivo; los gobiernos pueden intervenir para aumentar el nivel de demanda de una economía, lo cual conduce a la creación de nuevos puestos de trabajo. La intervención estatal en la vida económica, pensaron muchos, convertiría las elevadas tasas de paro en cosa del pasado. El compromiso con el pleno empleo entró a formar parte de las políticas gubernamentales de la práctica totalidad de las sociedades occidentales. Hasta los años setenta, estas políticas parecieron tener éxito y el crecimiento económico fue más 0 menos continuo.
            Sin embargo, a lo largo de los últimos quince años, aproximadamente, las tasas de paro se han disparado en muchos países y, en gran parte, se ha abandonado el keynesianismo como medio de intentar controlar la actividad económica. Durante un cuarto de siglo después de la Segunda Guerra Mundial la tasa de desempleo británico fue inferior al 2%. Alcanzó el 12% a comienzos de los ochenta, después descendió y aumentó de nuevo a finales de la década. En 1991 representaba un 11%.

Resumen

1.El trabajo es la ejecución de tareas que precisan de un esfuerzo físico y mental, y que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios que respondan a las necesidades humanas. Muchos trabajos importantes - como el doméstico o el voluntario- no están remunerados. Una ocupación es un trabajo que se realiza a cambio de un salario regular. En todas las culturas el trabajo es la base del sistema económico.
2.Una peculiaridad del sistema económico de las sociedades modernas es el desarrollo de una división del trabajo sumamente compleja y diversificada.    
3. La división del trabajo supone la parcelación de éste en diferentes ocupaciones que precisan de una especialización. Uno de los resultados de este proceso es la interdependencia económica, por la que todos dependemos de los demás para mantener nuestra forma de vida.
4.Una de las manifestaciones de esta división es el taylorismo u organización científica, que fragmenta el trabajo en tareas simples cuya duración puede medirse y organizarse. El fordismo llevó los principios de la organización científica a una producción a gran escala vinculada, a los mercados de masas. El taylorismo y el fordismo pueden considerarse sistemas de baja confianza que maximizan la alienación de trabajador. Un sistema de alta confianza es el que permite que los trabajadores controlen el ritmo, e incluso el contenido, de sus tareas.
5.En este siglo, se han producido grandes cambios en el sistema ocupacional. Ha sido especialmente importante el aumento relativo de los trabajos no manuales, a costa de los manuales. No obstante, la interpretación de estos cambios no está clara.
6.Las organizaciones sindicales y el reconocimiento del derecho a la huelga son rasgos característicos de la vida económica de todos los países occidentales. Los sindicatos surgieron como organizaciones defensivas, centradas en proporcionar a los trabajadores cierto control sobre sus condiciones laborales. En la actualidad, los líderes sindicales suelen desempeñar un papel importante en la formulación de las políticas económicas nacionales (aunque en Gran Bretaña tengan ahora menos peso que en el pasado).
7.La naturaleza del trabajo de la mujer se ha visto muy afectada por la separación entre lugar de trabajo y hogar. Muchas mujeres casadas se convierten en "amas de casa" y se considera que "no, trabajan", aunque las horas que dedican a las tareas domésticas puedan ser muchas más que las horas de trabajo de sus maridos. Hay ahora muchas más mujeres con empleos remunerados de las que había hace algunas décadas, pero están desproporcionadamente concentradas en empleos mal pagados.
8.Aunque las mujeres han conseguido en gran medida superar los estereotipos de género, también se enfrentan a la suposición de que la mujer antepone las cuestiones familiares a su carrera profesional. Al mismo tiempo, independientemente del porcentaje de mujeres que hay en la población activa remunerada, ellas siguen realizando el grueso de las labores domésticas, es decir, del trabajo que supone arreglar una casa y criar a los niños.
9.El desempleo ha sido un problema recurrente para los países industrializados en el siglo XX. Como el trabajo es un elemento que estructura la constitución psicológica de una persona, la experiencia del desempleo suele desorientar. Es posible que el impacto de las nuevas tecnologías incremente aún más las tasas de desempleo.
10.Algunos autores hablan de la aparición de un trabajador de "Cartera", que lleva consigo sus diferentes habilidades y que será capaz de ir fácilmente de un trabajo a otro. Existe realmente este tipo de trabajador pero, para la mayoría de las personas que forman parte de la población activa, la "flexibilidad" suele asociarse con empleos mal pagados que ofrecen pocas oportunidades de desarrollo profesional.
11.En la naturaleza y organización del trabajo están teniendo lugar cambios fundamentales que, seguramente tendrán una importancia aun mayor en el futuro. Sin embargo, el trabajo remunerado sigue siendo para mucha gente la forma clave de generar los recursos necesarios para llevar una vida variada.


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