INTRODUCCIÓN
A este
respecto presenta seis características importantes:
- El dinero. Un sueldo o salario es el recurso
principal del que dependen la mayoría de las personas para cubrir sus
necesidades. Sin es ingresos, las ansiedades a la hora de afrontar la vida
cotidiana tienden a multiplicarse. - Nivel de actividad. El empleo a menudo
proporciona medios para adquirir y ejercitar conocimientos y capacidades.
Incluso cuando el trabajo es rutinario, ofrece un entorno estructurado que
puede absorber las energías de una persona. Sin el empleo, la oportunidad de
poner en práctica tales conocimientos y capacidades puede reducirse.
- Variedad. El empleo proporciona acceso a
contextos que contrastan con el entorno doméstico. En el entorno del trabajo,
aunque las tareas sean relativamente monótonas, los individuos pueden disfrutar
al hacer algo diferente a las tareas de casa.
- Estructura temporal. Para las personas que
tienen un empleo regular, el día normalmente está organizado en torno al ritmo
de trabajo. Aunque este ritmo puede a veces ser opresivo, proporciona la
sensación de que las actividades cotidianas van hacia alguna parte. Quienes
están sin trabajo, frecuentemente encuentran en el aburrimiento un problema muy
importante y desarrollan un sentimiento de apatía con respecto al tiempo. Como
señalaba un parado: "El tiempo ya no importa ahora tanto como antes... hay
mucho" (Fryer y McKe 1987).
- Contacto social. El entorno laboral suele
proporcionar amistades y oportunidades de participar en actividades compartidas
con otros. Al separar a una persona de este entorno es probable que disminuya
el círculo de posibles amigos y conocidos.
- Identidad personal. El empleo suele
valorarse por el sentimiento de identidad social estable que ofrece. Para los
hombres, en particular la autoestima muchas veces está vinculada a su
contribución económica para el mantenimiento del hogar.
Trabajo remunerado y no remunerado
Con frecuencia solemos pensar que trabajo
equivale a empleo remunerado tal como implica la idea de estar "sin
trabajo", pero, de hecho, esta es una visión muy simplificada. El trabajo
no remunerado (como arreglar el propio coche o hacer las tareas domésticas)
tiene un lugar preponderante en la vida de las personas. Muchas clases de
trabajos no se ajustan a la acepción ortodoxa de empleo remunerado. Por
ejemplo, gran parte de lo que se hace en la economía sumergida no queda
registrado en las estadísticas de empleo oficiales. El término economía
sumergida hace referencia a las transacciones que tienen lugar fuera de la
esfera del empleo regular, que a veces suponen el pago en metálico a cambio de
servicios, pero también el intercambio directo de bienes y servicios.
Se
puede pagar en metálico a alguien que viene a arreglar la televisión, sin que
haya ningún recibo o se guarde una descripción del trabajo. Las personas
intercambian bienes "baratos" - es decir, sustraídos o robados con
amigos o asociados a cambio de otros favores. En la economía sumergida no sólo
se dan transacciones en metálico "escondidas" sino otras muchas
formas de aprovisionarse que la gente practica dentro y fuera de casa. El
bricolaje casero, la maquinaria doméstica y las herramientas del hogar, por ejemplo,
proporcionan bienes y servicios que, de otro modo, habría que comprar (Gershuny
y Miles, 1983).
El
trabajo doméstico, que, en general, ha sido tradicionalmente realizado por
mujeres, no suele estar remunerado. Sin embargo, no deja de ser un trabajo, con
frecuencia muy duro y agotador. El trabajo voluntario, para asociaciones
benéficas u otras organizaciones, tiene un considerable papel social. Tener un
empleo remunerado es importante por todas las razones indicadas anteriormente,
pero la categoría de "trabajo" es mucho más amplia.
El
TRABAJO, ya sea remunerado o no, puede definirse como la ejecución de tareas
que suponen un gasto de esfuerzo mental y físico, y que tienen como objetivo la
producción de bienes y servicios para atender a las necesidades humanas. Una
ocupación o empleo es el trabajo que se realiza a cambio de una paga regular o
salario. En todas las culturas el trabajo es la base de LA ECONOMíA. El sistema
económico está constituido por aquellas instituciones que se ocupan de la
producción y distribución de bienes y servicios.
En este capítulo analizaremos la naturaleza
del trabajo en las sociedades industriales modernas y nos ocuparemos de los
cambios principales que afectan actualmente a la vida económica. El trabajo
siempre forma parte del conjunto del sistema económico. En las sociedades
modernas ese sistema depende de la producción industrial. La industria moderna,
como se ha subrayado en otras partes de este libro, se diferencia de manera
fundamental de los sistemas de producción premodernos, que se basaban, sobre
todo, en la agricultura. La mayoría de las personas trabajaba en el campo o
apacentando ganado. Por el contrario, en las sociedades modernas, sólo una
mínima proporción de la población trabaja en la agricultura y las mismas
granjas se han industrializado, realizándose sus tareas principalmente por
medio de máquinas en vez de con trabajo humano.
La industria moderna cambia constantemente y
las transformaciones tecnológicas son una de sus principales características.
La tecnología es la utililización de la ciencia en la mecánica, con el fin de
alcanzar una mayor eficacia productiva. La naturaleza de la producción
industrial también cambia en relación con influencias sociales y económicas
generales. Este capítulo se centra en los cambios tecnológicos y económicos,
mostrando en qué medida están transformando la industria en la actualidad.
Comenzaremos
centrándonos en el trabajo remunerado, el que se desarrolla en emplazamientos
industriales; analizando los cambios en los progresos de producción
industriales y cómo han influido en los empleos. La producción industrial no es
siempre, en absoluto, un asunto armonioso. En apartados posteriores nos
ocuparemos de los orígenes del conflicto laboral prestando una especial
atención al impacto de las huelgas. Después analizaremos el papel de la mujer
en la industria. En la actualidad hay muchas más mujeres que antes en trabajos
remunerados y señalaremos las causas y consecuencias de esta evolución. En la
parte final del capítulo, estudiamos el desempleo y planteamos una pregunta:
¿cuál es el futuro del trabajo?
Se
analizan en primer lugar las pautas cambiantes de la producción industrial
moderna.
La división del trabajo y la dependencia
económica
Uno de los rasgos más característicos del
sistema económico de las sociedades modernas es el desarrollo de una DIVISIÓN
DEL TRABAJO sumamente compleja. En otras palabras, el trabajo está dividido en
gran cantidad ocupaciones diferentes en las que las personas se especializan.
En las sociedades tradicionales el trabajo no agrícola se basaba en el dominio
de oficios cuya técnica se controlaba mediante un dilatado período de
aprendizaje. Normalmente, el trabajador realizaba todos los aspectos del
proceso de la producción de principio a fin. Por ejemplo, un herrero que
hiciera un arado tenía que forjar el hierro, darle forma y unir las piezas del
instrumento. Con la aparición de la producción industrial moderna muchos
oficios tradicionales desaparecieron por completo y se sustituyeron por
técnicas que forman parte de procesos de producción a mayor escala. Un
electricista que trabaje actualmente en una instalación industrial, por
ejemplo, puede inspeccionar o reparar sólo unas pocas piezas de un determinado
tipo de máquina ; otras personas se ocupan del resto de las piezas y de las
demás máquinas.
El
contraste entre la división del trabajo en las sociedades tradicionales y
modernas es verdaderamente extraordinario. Incluso en las sociedades
tradicionales más grandes, generalmente no existían más de veinte o treinta
oficios principales, junto a otras pocas ocupaciones especializadas, como las
de mercader, soldado o sacerdote. En un sistema industrial moderno existen,
literalmente, miles de ocupaciones distintas. El censo británico enumera
alrededor de 20.000 oficios diferentes en la economía del Reino Unido. En las
comunidades tradicionales la mayor parte de la población trabajaba en la
agricultura y era económicamente autosuficiente: producía su propia comida y
ropa, y cubría ella misma otras necesidades. Una de las características
principales de las sociedades modernas, por el contrario, es la enorme
expansión de la interdependencia económica. Todos dependemos de muchos otros
trabajadores - que hoy están esparcidos por todo el mundo- para los productos y
servicios que requiere el mantenimiento de nuestra vida. Excepto en muy pocos
casos, la gran mayoría de las personas en las sociedades modernas no producen
su propia comida ni los bienes materiales que consume y tampoco construye la
casa en la que vive.
Taylorismo y fordismo
Adam Smith, uno de los fundadores de la
economía moderna, que vivió hace unos dos siglos, señaló diversas ventajas para
el incremento de la productividad que se obtenían con la división del trabajo.
Su obra más célebre, The Wealth of Nations, se inicia con una descripción de la
división del trabajo en una fábrica de alfileres. Una persona que trabajara
sola podría quizá hacer unos veinte alfileres al día. Sin embargo, dividiendo
la tarea en cierto número de operaciones simples, diez trabajadores que llevaran
a cabo tareas especializadas podrían producir, colaborando unos con otros,
48.000 alfileres al día. En otras palabras, la tasa de producción por
trabajador aumenta de 20 a
4.800 alfileres, de forma que cada uno de los operarios especializados produciría
240 veces más que si trabajara solo.
Después
de más de un siglo, estas ideas alcanzaron su expresión más desarrollada en la
obra de Frederick Winslow Taylor, un consejero de gestión estadounidense. El
enfoque de Taylor a lo que él denominaba organización científica suponía un
estudio detallado de los procesos industriales, con el fin de dividirlos en
operaciones simples que pudieran sincronizarse y organizarse con precisión. El
taylorismo, que así se acabó denominando la organización científica, no era
sólo un estudio académico, sino un sistema de producción cuyo objetivo era
maximizar el rendimiento industrial, y ha tenido un gran impacto en la
organización de la producción y de la tecnología industriales.
A
Taylor lo que le interesaba era mejorar la eficacia industrial, pero prestó
poca atención a los resultados de ésta. La producción en masa requiere mercados
de masas y el industrial Henry Ford fue uno de los primeros que se dio cuenta
de este hecho. El fordismo, una ampliación de los principios de organización
científica de Taylor, es el nombre utilizado para designar el sistema de
producción masiva que está vinculado al cultivo de mercados de masas. Ford
concibió su primera fábrica de coches en Highland Park, Michigan, en 1908, con
el fin de fabricar un único producto, el Ford T, lo que permitía la utilización
de herramientas y maquinarias especializadas, ideadas para trabajar de forma
rápida, precisa y simple. Una de las innovaciones más importantes de Ford fue
la construcción de una cadena de montaje móvil, que, según se dice, se inspiró
en los mataderos de Chicago, en los que los animales eran desmontados pieza a
pieza en una cadena también móvil. Cada trabajador de la cadena de montaje de
Ford tenía una tarea específica, como ensamblar los tiradores de las puertas
del lado izquierdo según iban pasando los coches. En 1929, cuando se terminó la
producción del modelo T, se habían fabricado unos quince millones de
automóviles.
Las limitaciones del fordismo y del taytorismo
Hubo un tiempo en el que parecía que el
fordismo representaba el futuro más probable para grandes áreas de la
producción industrial. Este no ha sido el caso. El sistema sólo puede
desarrollarse en industrias que fabrican productos estandarizados para grandes
mercados. Instalar cadenas de producción mecanizadas es enormemente caro y el
sistema fordista, una vez que se establece, es bastante rígido. Por ejemplo,
para modificar un producto generalmente se requiere una reinversión
considerable. La producción fordista es fácil de reproducir si existe una
financiación suficiente paro construir una factoría pero las empresas de países
en los que la mano obra es cara tienen dificultades para competir con las de
aquéllas en las que los salarios son más bajos. Este fue uno de los factores que
intervinieron en la aparición de la industria automovilística japonesa (aunque
los niveles salariales japoneses en la actualidad ya no son bajos) y, más
recientemente en la de Corea del Sur.
Automatización
El concepto de automatización o de maquinaria programable
apareció a mediados del siglo XIX, cuando el estadounidense Christopher Spencer
inventó el Autómata, un torno programable que hacía tuercas, tornillos y ruedas
dentadas. Hasta ahora, la automatización ha afectado relativamente a pocas
industrias, pero con los avances que se han producido en el diseño de robots
industriales, su impacto seguramente aumentará. Un robot es un mecanismo
automático que puede llevar a cabo tareas que normalmente realizan trabajadores
humanos. El término fue acuñado por el dramaturgo Karel Capek, utilizando la
palabra checa robota, trabajador forzado.
Los robots se utilizaron por primera vez en
1946, cuando se inventó un mecanismo capaz de regular la maquinaría de forma
automática en algunas industrias dedicadas a la ingeniería. Sin embargo, los
robots de cierta complejidad sólo se remontan al desarrollo de los
microprocesadores, fundamentalmente a partir de los años setenta. El primer
robot controlado por un miniordenador fue desarrollado en 1974 por Cincinnati
Milason. Los robots actuales pueden realizar muchas tareas, como soldar, pintar
a pistola, elevar y transportar piezas. Algunos robots pueden distinguir piezas
al tacto, mientras que otros distinguen visualmente cierto tipo de objetos.
Como Robert Ayres y Steven Miller han señalado:
No puede haber obrero fabril más dedicado e
incansable que un robot. Los robots pueden repetir impecablemente tareas como
la soldadura de puntos y la pintura a pistola de diversas piezas, y se les
puede reprogramar rápidamente para que ejecuten tareas completamente nuevas [
... ]. En los próximos años cabe esperar que veamos muchos robots industriales
instalados en plantas de manufacturado de tipo medio. Los robots suministrarán
piezas a equipos de máquinas organizadas en células de trabajo, que pueden ser
serializadas para formar un sistema de fabricación en bucle cerrado, controlado
por microprocesadores. (Ayres y Miller, 1985.)
La mayoría de los robots utilizados en la
industria mundial se encuentran en el sector automovilístico. La utilidad de
los robots en la producción es hasta ahora relativamente limitada, porque su
capacidad para reconocer objetos diferentes y manipular formas extrañas es
todavía bastante rudimentaria. Sin embargo, no cabe duda de que en la
producción automatizada se extenderá rápidamente en los años venideros, ya que
los robots son cada vez más sofisticados, mientras que sus costos disminuyen.
La producción en grupo
La producción en grupo, la colaboración de un
equipo de personas para sustituir a las cadenas de montaje, se ha utilizado a
veces junto a la automatización para reorganizar el trabajo. La idea subyacente
es la de incrementar la motivación del trabajador, mediante la colaboración de
grupos de personas en los procesos de producción, en vez de hacer que cada
trabajador pase el día entero haciendo una única tarea repetitiva, insertando
tuercas en el tirador de la puerta de un coche.
Los círculos de calidad son un ejemplo de
producción en grupo, en los que equipos
de entre cinco y veinte trabajadores se reúnen periódicamente para estudiar y
resolver los problemas de producción. Los trabajadores que pertenecen a estos
círculos reciben una instrucción especial que posibilita que aporten sus
conocimientos técnicos a la discusión de las cuestiones productivas. Los
círculos de calidad comenzaron a utilizarse en los Es Unidos y, después de que
los adoptaran algunas empresas japonesas volvieron a ser conocidos en Occidente
en los años ochenta. Representan una ruptura con los principios del taylorismo,
ya que reconocen que los trabajadores poseen unas habilidades que pueden
aportar a la definición y al todo utilizado en las tareas que realizan.
Tendencias en el sistema ocupacional
El sistema ocupacional de todos los países
industrializados ha cambiado de forma considerable desde comienzos del siglo
XX. En 1900, unos tres cuartos de la población empleada tenía un trabajo manual
(de cuello azul). De ellos, alrededor del 28% eran trabajadores cualificados,
el 35% semicualificados y el 10% carecían de cualificación. Los trabajos de
cuello blanco y profesionales eran relativamente escasos. A mediados de siglo,
los trabajadores manuales representaban menos de dos tercios de la población
que ocupaba trabajos remunerados y, en consecuencia, el trabajo no manual se
había extendido.
En
Gran Bretaña se hizo un censo de población en 1971 y otro en 1981. Entre las
dos fechas, la proporción de personas en trabajos de cuello azul bajó del 62%
al 56% en los hombres y del 43% al 36% en las mujeres. Los trabajos
profesionales y directivos ocupados por hombres aumentaron en más de un millón.
En 1981 había 170.000 hombres menos en trabajos rutinarios de cuello blanco,
pero 250.000 mujeres más. El declive del trabajo manual coincidió bastante con
la reducción del porcentaje de personas que trabajaban en la industria
manufacturera. En 1981 esta industria había perdido 700.000 hombres y 420.000
mujeres en relación a la cifra de diez años antes.
Esta
pauta continúa hoy, pero se ha estabilizado bastante. El Labour Force Survey
llevado a cabo por el gobierno en 1990 mostró que sólo alrededor del 50% de los
hombres y el 33% de las mujeres tenía ocupaciones manuales.
El contraste más
extremo entre los sexos se daba en las personas con trabajos rutinarios de
cuello blanco más que en las que tenían empleos de cuellos azul cualificados.
En 1990, el 31% de las mujeres tenía el primer tipo de trabajo, frente al 6% de
hombres; mientras que el 25% de los hombres ocupaba puestos manuales
cualificados, frente a un mero 4% de mujeres. En otros países industrializados,
estos cambios han llegado más lejos que en Gran Bretaña. Por ejemplo, según
algunos cálculos, menos del 40% de la población activa estadounidense tiene
empleos manuales en la actualidad (Rossides, 1990).
Hay
un considerable debate acerca de por qué han tenido lugar estas
transformaciones. Parece que hay varias causas. Una de ellas es la continua
introducción de maquinarias que ahorran trabajo, que ha culminado con la
proliferación de las tecnologías de la información y con la informatización de la
industria en los últimos años. Otra es el desarrollo de la industria
manufacturera fuera de Occidente, especialmente en el Extremo Oriente. Las
viejas industrias de las sociedades occidentales han retrocedido drásticamente
por su incapacidad para competir con los productores de Extremo Oriente, que
son más eficientes y tiene menores costes salariales.
Estos
procesos, entre otras cosas, han influido en las pautas de conflicto laboral. A
continuación nos ocupamos de este asunto.
Huelgas
¿Qué es una huelga? La respuesta no es en modo
alguno obvia ni fácil formular. Por ejemplo, ¿podemos distinguir entre una
huelga y una breve suspensión del trabajo? Esto es lo que intentan las
estadísticas de huelgas de muchos países, contando como huelgas los paros laborales
que duran más de un tiempo específico (como medio día), o en los que interviene
determinado número de trabajadores. ¿Es una huelga la negativa a realizar horas
extraordinarias o la llamada "huelga de celo"?
En
conjunto, parece preferible definir "huelga" en un sentido
razonablemente estricto, pues de otro modo el término pierde toda precisión.
Podemos definir huelga como la suspensión temporal del trabajo por parte de un
grupo de empleados, con el fin de plantear una queja o imponer una reivindicación
(Hyman, 1984). Todos los componentes de esta definición son importantes para
distinguir la huelga de otros tipos de oposición y conflicto. Una huelga es
temporal, pues los trabajadores tienen la intención de volver al mismo trabajo
con el mismo empresario; cuando los trabajadores se despiden de forma
definitiva, el término no es apropiado como interrupción del trabajo, la huelga
se distingue de la negativa a hacer horas extras o "trabajar más
despacio". Es necesario que intervenga un grupo de trabajadores, pues una
huelga es una acción colectiva, no la respuesta de un trabajador individual. El
hecho de que se actúe contra los empresarios sirve para distinguir las huelgas
de protestas como las que pueden llevar a cabo los inquilinos o los
estudiantes. Finalmente, una huelga implica el tratar de dar a conocer una
queja o presionar para lograr una reivindicación; no puede decirse que estén en
huelga los trabajadores que practican el absentismo únicamente para acudir a un
acontecimiento deportivo.
Las
huelgas representan sólo un aspecto o tipo de conflicto en el que los
trabajadores y la dirección pueden verse implicados. También están muy
relacionados con esta clase de conflictos organizados los cierres patronales
(en los que son los empresarios y no los obreros los que producen una
interrupción del trabajo), las restricciones a la producción y los
enfrentamientos en la negociación de convenios. El conflicto también puede
manifestarse de formas menos organizadas, como la continua renovación del
personal, el absentismo y el sabotaje de la maquinaria de producción.
Tendencias recientes en el conflicto laboral
En una conocida obra publicada a principios de
los años sesenta, se señalaban que las huelgas estaban
"desapareciendo". Según los autores, las disputas prolongadas e
intensas son características sobre todo de la s fases tempranas de la
industrialización, ya que, una vez que están bien cimentados unos marcos
acordados de negociación laboral, la actividad huelguística disminuye (Ross y
Hartman, 1960). Tan pronto como se apuntó esta tesis hubo un incremento de los
conflictos laborales en muchos países occidentales, el Reino Unido incluido.
Una característica notable de la actividad huelguística en el contexto
británico durante los años sesenta y comienzos de los setenta fue el marcado
incremento del número de huelgas no legales. Parece que muchos trabajadores
durante este período estaban tan descontentos con sus organizaciones sindicales
legales como con sus patronos.
En
los años ochenta y primeros noventa el centro de la actividad huelguística
volvió a desplazarse hacia los sindicatos tradicionales. Al mismo tiempo, la
tasa de huelgas en Gran Bretaña bajó considerablemente, debido, en parte, al
restrictivo clima político y económico en el que los sindicatos se encontraban
Esto parece formar parte de una tendencia internacional.
Con dos o tres
excepciones, todos los países occidentales experimentan una disminución de la
actividad huelguística durante este período.
Mujer y trabajo
Hasta hace poco tiempo, en los países
occidentales el trabajo remunerado era principalmente un ámbito masculino. En
las últimas décadas esta situación ha cambiado radicalmente y cada vez hay más
mujeres que trabajan en el mercado laboral. En los apartados siguientes nos
ocuparemos de los orígenes y consecuencias de este fenómeno, que es una de las
transformaciones más importantes que están teniendo lugar en las sociedades
modernas.
Desigualdades laborales
En la actualidad, las mujeres que trabajan
suelen tener empleos mal pagados y rutinarios. Ciertas transformaciones en la
organización del trabajo y en los estereotipos sexuales han contribuido a esta
situación. Las alteraciones en el prestigio de los "oficinistas" son
un buen ejemplo de ello. En 1850, el 99% de las personas que tenían este
trabajo en Gran Bretaña eran hombres. Con frecuencia, se consideraba que el
suyo era un puesto de responsabilidad, ya que había que tener conocimientos de
contabilidad y, a veces, poder hacerse cargo de labores directivas. En el mundo
exterior, incluso el Oficinista de nivel más bajo disfrutaba de cierta
reputación. El siglo XX ha traído consigo una mecanización general del trabajo
de oficina (empezando por la introducción de la máquina de escribir a finales
del siglo XIX), junto a una pérdida de categoría de la cualificación y posición
del "oficinista" y de otra ocupación parecida, la del
"secretario"-, que ahora se considera un trabajo de poco prestigio y
bajo salario. A medida que la remuneración y el prestigio asociado a estos empleos
fue disminuyendo, las mujeres fueron ocupándolos. En 1991, casi el 90% de los
trabajadores con labores
administrativas y de secretaría en el Reino
Unido era mujeres.
El
hecho de tener o no hijos a su cargo determina considerablemente la
participación de la mujer en la población activa remunerada. En todos los
grupos socioeconómicos, es más probable que el trabajo de la mujer sea de
jornada completa si no tiene hijos en casa. Sin embargo, ahora es más probable
que a principios de los ochenta que las madres vuelvan a ocupar este mismo
trabajo en jornada completa y para la misma empresa. En esa época había una
proporción muy alta de mujeres que volvían al mercado laboral para realizar
principalmente trabajos a tiempo parcial o en empleos peor pagados que los que
habían dejado. A principios de los noventa, la mujer suele retomar su carrera
profesional, especialmente en las ocupaciones mejor pagadas (HMSO, 1992).
No
obstante, en los trabajos a tiempo parcial hay muchos menos hombres que mujeres
(véase la figura 12. l ).
La mayoría de ellas prefiere trabajar menos horas de lo que supone una jornada
completa. Sin embargo, en cierto sentido, no tienen mucha elección. La mayoría
de los hombres no asumen completamente la responsabilidad de criar a sus hijos.
Sin embargo resulta inevitable que a las mujeres que sí la asumen (haciendo
también suyas otras obligaciones domésticas, como se indica más adelante) pero
quieren o necesitan tener un empleo remunerado, la opción del trabajo a tiempo
parcial les parezca más factible.
En
los últimos tiempos, las mujeres están haciendo algunos avances en los empleos
considerados "masculinos", pero sólo de forma limitada. Menos del 5%
de los directores de empresas británicas son mujeres y cuatro de cada cinco
compañías no cuentan con ninguna mujer en la junta directiva. Lo mismo ocurre
en muchos sectores de la economía. Por ejemplo, cerca de un millón de mujeres
trabajan en la actualidad para los principales bancos británicos. Sin embargo,
sólo el 2% de los directores de sucursal del National Westminster son mujeres,
el 3% en el Midland y el 4% en el Barclays.
Las
cosas no son muy diferentes en el sector profesional. El porcentaje de
procuradoras y abogadas ha aumentado en los últimos veinte años, pero
representa únicamente el 14%, Sólo el 3% de los jueces del Tribunal Supremo
británico son mujeres y todas ellas están en los tribunales de familia. No hay
ninguna mujer que sea Lord of Appeal (Grint, 199 l ).
Por
el momento, no podemos precisar cómo pueden disminuir estas desigualdades de
género en el futuro. Es posible que en la actualidad estén teniendo lugar
transformaciones bastante profundas, pero a las mujeres que comiencen ahora su
carrera profesional les costará muchos años desarrollarla por completo, de modo
que los resultados de estos cambios sólo podrán contemplarse dentro de algunos
años. Tomemos como ejemplo la abogacía. En Gran Bretaña, a principios de los
noventa casi la mitad de los estudiantes de derecho eran mujeres, lo cual
representa un incremento notable respecto a la década anterior. La mayoría de
estas mujeres harán carrera jurídica pero la prueba definitiva será cuántas
llegan a la cima.
EL trabajo doméstico
El trabajo doméstico en su forma actual surgió
con la separación entre hogar y lugar de trabajo (Oakley, 1974). La casa se convirtió
en un lugar de consumo más que de producción de bienes. El trabajo doméstico se
volvió "invisible" a medida que el "trabajo real" se iba
definiendo cada vez más como aquél por el que se recibe un salario. La época en
la que se desarrolló la idea de una "casa" independiente también fue
testigo de otra serie de cambios. Antes de que los avances de la
industrialización empezaran a afectar a la esfera doméstica, el trabajo en el
hogar era duro y agotador. La colada semanal, por ejemplo, era una tarea ardua
y exigía mucho tiempo y esfuerzo. La Maytag Washing Machine Co. realizó una
investigación para reconstruir el proceso de lavado del siglo XIX y su
conclusión fue que "el antiguo día de colada era tan cansador como nadar
cinco millas, y que el enérgico esfuerzo respiratorio y los movimientos de los
brazos que se precisaban, unidos a la humedad general, ofrecían un paralelismo
casi exacto" (citado en Hardyment, 1987, p. 6).
La
introducción del agua corriente fría y caliente en los hogares eliminó ciertas
tareas que exigían mucho tiempo; antes, era necesario llevarla a casa Y
calentarla cada vez que se necesitaba. Las conducciones de electricidad y gas
dejaron obsoletas a las estufas de carbón y madera, y se eliminaron ciertas
tareas como cortar leña regularmente, transportar el carbón y limpiar
constantemente la estufa. Ciertos aparatos que ahorran trabajo, como las
aspiradoras y las lavadoras, hicieron que las tareas fueran menos duras, y la
disminución del tamaño de la familia supuso que había menos niños a los que
cuidar. Sin embargo, sorprendentemente, el promedio de tiempo empleado por las
mujeres en el trabajo doméstico no disminuyó de un modo significativo.
El tiempo que las mujeres británicas sin
trabajo remunerado emplean en las labores domésticas se ha mantenido bastante
constante en el último medio siglo. Los aparatos domésticos eliminaron algunas
de las tareas arduas, pero otras vinieron a sustituirlas. Aumentó el tiempo
dedicado a los niños, a almacenar las compras en casa y a preparar la comida.
La tendencia hacia el aumento del número de
mujeres que entran en el mercado laboral ha tenido un impacto notable en las
actividades domésticas. Las mujeres casadas que trabajan fuera de casa realizan
menos trabajo doméstico que las demás, aunque en la mayoría de los casos son
las principales responsables del cuidado del hogar. Su pauta de actividad es,
por supuesto, bastante diferente, ya que trabajan más en casa a última hora de
la tarde y durante los fines de semana que las mujeres que se dedican exclusivamente
a ser amas de casa.
El trabajo doméstico no remunerado tiene una
enorme importancia para la economía. Se ha calculado que este tipo de ocupación
supone entre un 25% y un 40% de la riqueza creada en los países
industrializados. El trabajo doméstico mantiene el resto de la economía al dar
servicios gratuitos de los que depende gran parte de la población trabajadora.
Las
amas de casa (y, hoy en día, ocasionalmente los amos de casa) carecen de
remuneración. Sin embargo, no figuran en las estadísticas de
"desempleados". ¿Qué significa en realidad "desempleo"?
Este es uno de los asuntos de los que nos ocupamos en el apartado siguiente.
El desempleo
Las tasas de Desempleo han fluctuado
considerablemente a lo largo del siglo. En los países occidentales el paro
alcanzó su punto culminante a comienzos de los años treinta, llegándose, en
Gran Bretaña, a un paro de más del 20%. Las ideas del economista John Maynard
Keynes influyeron mucho en las políticas públicas europeas y estadounidenses
durante el período de postguerra. Keynes creía que el desempleo se derivaba de
la falta de poder adquisitivo; los gobiernos pueden intervenir para aumentar el
nivel de demanda de una economía, lo cual conduce a la creación de nuevos
puestos de trabajo. La intervención estatal en la vida económica, pensaron
muchos, convertiría las elevadas tasas de paro en cosa del pasado. El
compromiso con el pleno empleo entró a formar parte de las políticas
gubernamentales de la práctica totalidad de las sociedades occidentales. Hasta
los años setenta, estas políticas parecieron tener éxito y el crecimiento
económico fue más 0 menos continuo.
Sin
embargo, a lo largo de los últimos quince años, aproximadamente, las tasas de
paro se han disparado en muchos países y, en gran parte, se ha abandonado el
keynesianismo como medio de intentar controlar la actividad económica. Durante
un cuarto de siglo después de la Segunda Guerra Mundial la tasa de desempleo
británico fue inferior al 2%. Alcanzó el 12% a comienzos de los ochenta,
después descendió y aumentó de nuevo a finales de la década. En 1991
representaba un 11%.
Resumen
1.El trabajo es la ejecución de tareas que
precisan de un esfuerzo físico y mental, y que tienen como objetivo la
producción de bienes y servicios que respondan a las necesidades humanas.
Muchos trabajos importantes - como el doméstico o el voluntario- no están
remunerados. Una ocupación es un trabajo que se realiza a cambio de un salario
regular. En todas las culturas el trabajo es la base del sistema económico.
2.Una peculiaridad del sistema económico de
las sociedades modernas es el desarrollo de una división del trabajo sumamente
compleja y diversificada.
3. La división del trabajo supone la
parcelación de éste en diferentes ocupaciones que precisan de una especialización.
Uno de los resultados de este proceso es la interdependencia económica, por la
que todos dependemos de los demás para mantener nuestra forma de vida.
4.Una de las manifestaciones de esta división
es el taylorismo u organización científica, que fragmenta el trabajo en tareas
simples cuya duración puede medirse y organizarse. El fordismo llevó los
principios de la organización científica a una producción a gran escala
vinculada, a los mercados de masas. El taylorismo y el fordismo pueden
considerarse sistemas de baja confianza que maximizan la alienación de
trabajador. Un sistema de alta confianza es el que permite que los trabajadores
controlen el ritmo, e incluso el contenido, de sus tareas.
5.En este siglo, se han producido grandes
cambios en el sistema ocupacional. Ha sido especialmente importante el aumento
relativo de los trabajos no manuales, a costa de los manuales. No obstante, la
interpretación de estos cambios no está clara.
6.Las organizaciones sindicales y el
reconocimiento del derecho a la huelga son rasgos característicos de la vida
económica de todos los países occidentales. Los sindicatos surgieron como
organizaciones defensivas, centradas en proporcionar a los trabajadores cierto
control sobre sus condiciones laborales. En la actualidad, los líderes
sindicales suelen desempeñar un papel importante en la formulación de las
políticas económicas nacionales (aunque en Gran Bretaña tengan ahora menos peso
que en el pasado).
7.La naturaleza del trabajo de la mujer se ha
visto muy afectada por la separación entre lugar de trabajo y hogar. Muchas
mujeres casadas se convierten en "amas de casa" y se considera que
"no, trabajan", aunque las horas que dedican a las tareas domésticas
puedan ser muchas más que las horas de trabajo de sus maridos. Hay ahora muchas
más mujeres con empleos remunerados de las que había hace algunas décadas, pero
están desproporcionadamente concentradas en empleos mal pagados.
8.Aunque las mujeres han conseguido en gran
medida superar los estereotipos de género, también se enfrentan a la suposición
de que la mujer antepone las cuestiones familiares a su carrera profesional. Al
mismo tiempo, independientemente del porcentaje de mujeres que hay en la
población activa remunerada, ellas siguen realizando el grueso de las labores domésticas,
es decir, del trabajo que supone arreglar una casa y criar a los niños.
9.El desempleo ha sido un problema recurrente
para los países industrializados en el siglo XX. Como el trabajo es un elemento
que estructura la constitución psicológica de una persona, la experiencia del
desempleo suele desorientar. Es posible que el impacto de las nuevas
tecnologías incremente aún más las tasas de desempleo.
10.Algunos autores hablan de la aparición de
un trabajador de "Cartera", que lleva consigo sus diferentes
habilidades y que será capaz de ir fácilmente de un trabajo a otro. Existe
realmente este tipo de trabajador pero, para la mayoría de las personas que
forman parte de la población activa, la "flexibilidad" suele
asociarse con empleos mal pagados que ofrecen pocas oportunidades de desarrollo
profesional.
11.En la naturaleza y organización del trabajo
están teniendo lugar cambios fundamentales que, seguramente tendrán una
importancia aun mayor en el futuro. Sin embargo, el trabajo remunerado sigue
siendo para mucha gente la forma clave de generar los recursos necesarios para
llevar una vida variada.
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