jueves, 21 de abril de 2011

Partidos políticos en crisis

En los últimos años, se ha generado una desnaturalización de los partidos políticos, siendo este la principal forma de representación   ciudadana y la más concreta plasmación de la democracia y de la voluntad popular, Los partidos políticos cumplen una función fundamental para el desarrollo de la democracia. Si consideramos que  democracia significa la inclusión de más sectores marginados sus demandas y formas de ver el mundo, entonces los partidos han sido los vehículos imprescindibles. “los partidos han servido como agentes esenciales de movilización, y así han ayudado a integrar comunidades locales a la nación”. No obstante, una caracterización de esta índole puede agotarse con lo que han sido considerados “partidos de masas”. Los partidos de masas son asociados a la política de plazas, a los líderes refiriéndose a los grandes planes para la nación desde un balcón, que con un verbo florido y hipnotizador atrae la atención de una gran cantidad de  próximos electores, y que demagógicamente convence al electorado haciendo en muchas ocasiones hasta el ridículo para atraer la atención, así  el candidato se convierte en un tipo de caudillo en que los electores creen que es el más adecuado.
Creo yo, que esta  crisis de los partidos en nuestro país no es la primera y tampoco será la última que se viva. El desarrollo dinámico de las sociedades traen consigo nuevas corrientes de pensamiento social que finalmente se expresan en nuevos partidos políticos, tal como lo ocurrido a finales del mandato del presidente Leguía 1929, con la desaparición definitiva del Partido Civil, de Manuel Pardo, el Partido Demócrata, de Nicolás de Piérola, del Partido Constitucional, de Cáceres y otros, que fueron superados por la incursión de nuevas corrientes de pensamiento social de esa época, expresadas en el aprismo, con Víctor Raúl Haya de la Torre, el Socialismo con J. C. Mariátegui y después en el comunismo con sus diferentes denominaciones, etc. cumpliéndose así, el proceso de superación dialéctica (ley de negación dialéctica). Tal pareciera que el destino de los llamados partidos tradicionales en nuestro país, es vivir la misma suerte de los anteriores, concluir su ciclo de vida. Durante la década del ochenta, la organización y funcionamiento del Estado y la denominada clase política fue el eje fundamental de la sociedad peruana. A partir de los noventa tuvo un giro radical «convirtiéndose en el causante de todos los males del país, según los neoliberales». Razón principal de la actitud de desaprobación y notorio rechazo de la sociedad hacia todo lo que significa la alusión a la política y a los partidos políticos tradicionales principalmente, situación que con mayor intensidad vivimos en estos tiempos, ¡Bastaron solo diez años!, a partir de 1990, fue que surgen los «independientes» en nuestro país como líderes de la «Nueva Democracia» sin los partidos tradicionales; significaba «el ansiado cambio» para la sociedad peruana y con el solo respaldo de grupos de amigos o socios, orgullosos de no ser «políticos» y no haber pertenecido antes a partidos políticos.
Los «independientes», se configuraban rápidamente como la nueva y buena alternativa de cambio político para la sociedad dejando de lado a los partidos viejos. Para el colectivo social que rechazaba a la vieja partidocracia, significaba una alternativa política de cambio y en ello pusieron su confianza, pero al mismo tiempo se instauraba un grave problema para la sociedad. Los «independientes» carecían de base doctrinaria, filosófica y menos tenían una línea de acción clara y se caracterizaban por sus electoreros, estaban muy preparados para ganar elecciones con críticas duras hacia los partidos viejos, pero no para gobernar (carecían de planes programáticos) y con ellos se da la improvisación política que generó graves problemas posteriores, en suma carecen de una visión social objetiva que permita conducir a buen puerto el porvenir de los pueblos. En la actualidad los partidos viejos sufren tres tipos de crisis internas resaltantes:
Crisis orgánica, originada por los conflictos internos de sus dirigentes por el poder generando divisiones profundas irreconciliables, la lucha generacional de sus jóvenes militantes por alcanzar las dirigencias y la resistencia de los viejos por mantener el poder interno, Sus bases en su mayoría se encuentran frustradas por diferentes motivos, el manejo orgánico de cúpulas de amigos o familiares, etc. Todo provoca una crisis orgánica que afecta seriamente sus estructuras internas.
Crisis moral, sus dirigentes instauraron círculos amicales o de interés por lazos familiares en las cuales rotan los cargos diligénciales y esto origina frustración en otros aspirantes que por lo general terminan abandonado los partidos y forman los independientes, existe una pobreza moral muy profunda en los grupos diligénciales. Es claramente notorio que los intereses son más personales que los del partido y es la razón de la lucha política, que desarrolla tremendamente el lobismo político de corrupción y las negociaciones de cupos de candidatos en tiempos de elecciones, aprovechamiento de los cargos públicos de pequeñas cúpulas preferenciales en periodos de gobierno. Todas estas acciones hacen que los partidos se degeneren moralmente y caigan a extremos de asemejarse a organizaciones ilícitas.
Crisis ideológica, de repente la más latente en los partidos actuales que aglomeran militantes de escasa preparación política ideológica y generalmente por un empleo; no cuentan con escuelas de formación ideológica, sus bases doctrinarias no sufren reestructuraciones necesarias, perdieron su esencia y su espíritu inicial, se muestran débiles y muy desacreditadas.  Armando Villanueva de Campo, líder histórico del APRA, reconoce que su partido está en crisis, dijo a sus dirigentes que no hay que engañarnos y que necesitamos una urgente reestructuración orgánica y principalmente ideológica, que es imperativo adaptar el partido a la realidad actual y no perder nuestro espíritu revolucionario. Debe existir un sinceramiento ideológico, político y programático de los partidos, una es su base doctrinaria y otra su acción política, no guardan coherencia. Al mismo tiempo deben comprender que tienen una responsabilidad dentro de la sociedad y asumirlo con seriedad. No insistir con pensamientos que son caducos para estos tiempos, como dijera el mismo Haya de la Torre, continuar no es repetir, “continuar no es crear”
Nuestra práctica política actual es tradicional, sin visión, casi sin fundamento solidó, con la excepción de algunos partidos pero que ya perdieron su esencia, hacemos práctica de una política apegada al problema y no a la solución, partiendo muchas veces de pensamientos desafamados, sesgados, carentes de razón y fundamento, defendiendo con coraje lo que no es nuestro, intentando forzar que funcione teorías sistematizadas para otros contextos y realidades , pensamientos incompatibles con la realidad de nuestro país,  pero lo lamentable es que llagamos en política a la vergonzosa realidad producto de la desesperación por el poder al afán de protagonizar y buscar el poder a costa de todo, “en política vale todo” pues esto es cualquier cosa menos política. En la actualidad se vive una política carente de ideología clara, confusa desde su punto de partida, una política de carácter únicamente electorera, protagonista, mentirosa, defensora del pueblo en palabras pero en acción traicionera y egoísta,  una política de buitres que no solo es de los que gobiernan al país sino de nosotros mismos, producto de la inmadurez política confundimos que hacer política es gritar, criticar irresponsablemente, cuestionar por capricho, causar desorden, tomar acciones radicales innecesarias muchas veces, agitar multitudes para luego traicionarlas, aprovechar de la pobreza y la ignorancia de los campesinos para objetivos personales o de grupo. A esta mala práctica de política llamo Política Domestica y los grupos que hacen práctica de esta mala política las llamo “Clase Corcho”, esas que flotan de gobierno en gobierno negociando a nombre del pueblo para sus beneficios, esas que con una mano critican y con la otra mano reciben.
La política no es un juego al azar, no es una mera práctica sin responsabilidad, la política es amor, fe, pasión, valor, lucha, unidad para defender lo que es nuestro y compartir con el que menos tiene, la política no es sucia como muchos lo catalogan, sucios son quienes lo practican.
La buena política, enseña al pueblo, guía a por buen camino, redime al hombre, orienta su futuro, transforma su vida y acciones, hace decente al hombre, defiende lo que es de todos y comparte con todos, protege al desprotegido, ayuda al débil, pero también castiga al traidor, al pillo, al mal ciudadano, la política no se predica con el discurso sino con el ejemplo, y ser político requiere de mucho esfuerzo y conocimiento, pero lamentablemente en política caímos al extremo de elegir a pillos pobres de conocimiento y espíritu, son y serán los mismos si no nos preparamos para sustituirlos y llevar nosotros mismos la conducción de nuestros pueblos como creemos que debe ser.
Si mas del 90% de los peruanos no creen en políticos ni están en partidos políticos es precisamente porque estos no estuvieron a la altura de responder como tales al pueblo peruano, no tuvieron voluntad suficiente para construir una nación más justa para todos, no respondieron con cabalidad a sus responsabilidades para el cual fueron elegidas, en lugar de atender la necesidades, de escuchar sus demandas, de guiarlos al desarrollo lo olvidaron y dejaron de lado sus responsabilidades, desviaron su atención a otros asuntos ajenos al interés de todos.
Lo hecho, hecho esta, no es necesario hablar tanto del pasado para entender que hoy más que nunca necesitamos innovar en política, investigar, formar políticamente a las juventudes de hoy, necesitamos construir una política que integre, que una, que sea digna de confianza, que guié nuestros camino, que oriente nuestro andar, que defienda nuestras vidas, que luche por justicia y libertad, necesitamos desarrollarnos políticamente, diseñar nuevas estragáis de gobernabilidad, herramientas que nos permitan y garanticen una sana convivencia entre nosotros, con armonía y solidaridad, debemos construir juntos una nación.

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